Las olas de calor y la sequía en los principales productores de aceite de oliva, como España e Italia, causaron que la producción del óleo disminuyera un 20% en la temporada 2022-2023. En el territorio español, el consumo se redujo en más del 50% en los primeros seis meses de este año, un escenario al que le antecedió una de las peores cosechas en casi un siglo. Ante este panorama, Turquía suspendió su exportación hasta noviembre, en un intento por enfriar el incremento de precios.
Los precios del aceite de oliva empiezan a subir y gran parte de los consumidores prefieren suprimirlo de sus compras básicas, antes que pagar su elevado valor.
La presión en los bolsillos de los consumidores empezó a sentirse con fuerza desde octubre de 2022 cuando España, el principal productor a nivel mundial, experimentó una de las peores sequías en 100 años.
El escenario fue tan negativo que también afectó las previsiones de producción de la próxima temporada. En la campaña de 2022-2023, el Ministerio de Agricultura español señaló que la producción fue 54,7% inferior a la de la temporada anterior, y estimó que «ni siquiera sumando las producciones de estas dos malas campañas consecutivas» se alcanzará la producción media de 1,4 millones de toneladas que normalmente logra el país por temporada.
El tema del cambio climático y las elevadas temperaturas que azotan al viejo continente también fueron tema de conversación y Ávila explicó que es un panorama que desencadena una serie de sucesos que terminan afectando al ciudadano común: “Las sequías permanentes y cada vez más frecuentes están poniendo contra las cuerdas a los productores y conllevan una subida en los precios que, lógicamente, no beneficia a nadie”.
Y es que expertos consultados por este mismo medio estiman que, aunque los precios están por las nubes, en realidad los agricultores no se están viendo del todo beneficiados, pues no cuentan con suficiente producto como para generar ganancias y a duras penas pueden atender la demanda.
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