La agencia de calificación de riesgo Moody´s Corporation presentó la actualización más reciente de su escenario base para la economía argentina de los próximos meses, y los datos que arroja son verdaderamente preocupantes.
Estima que la tasa de inflación interanual llegaría por lo menos al 200% para fin de año, un escenario que es compatible con la continuidad de un régimen de dos dígitos de inflación mensual (desatado tras la devaluación de agosto). La variación del IPC nunca logró volver a la normalidad luego del estallido de agosto, y se descuenta otra devaluación adicional prevista entre noviembre y diciembre.
Por otra parte, la calificadora estimó que la inflación podría dispararse hasta el 350% para el año 2024, principalmente concentrada en el primer semestre. Esto se debe a las drásticas expectativas de devaluación. El FMI exige una mayor liberalización del tipo de cambio, ya que el sistema en vigencia es sencillamente insostenible e impide cualquier tipo de intento de estabilización.
La recesión también llegó para quedarse. Moody´s proyecta una fuerte caída del 3,5% para la actividad económica del año 2023, un efecto que se acentuará en los últimos dos trimestres del año, y para el año 2024 se espera que la economía retroceda por lo menos un 2,5% adicional.
Si se cumplen estos pronósticos, Argentina sufriría la crisis más extensa y profunda desde el año 2001 en términos de actividad, pero esta vez en un contexto en donde la tasa de inflación es la más elevada de los últimos 32 años.
La devaluación esperada por la calificadora amenaza con provocar un efecto evidentemente contractivo sobre el nivel de actividad, ya que la caída de la demanda interna podría fácilmente sobrecompensar la eventual recuperación de las exportaciones.
La duración de la agonizante estanflación que sufre el país no tiene un horizonte claro, hasta tanto se sepa qué candidato podrá llegar a la presidencia. La propuesta de Javier Milei propone una estrategia de shock que podría acabar con la inflación para mediados del año 2025, mientras que las propuestas de Patricia Bullrich y Sergio Massa no ofrecen ninguna garantía y los resultados podrían llegar en años (si es que tan siquiera llegan).
La alternativa por la libre elección de la moneda y el reemplazo del peso por el dólar eventualmente acabaría con el problema inflacionario. Incluso entre los detractores de la propuesta, existe un consenso prácticamente unánime en afirmar que dolarizar la economía y terminar el banco central tal y como lo conocemos hoy, supondría el fin de la inflación.