El sistema cambiario que organizó Sergio Massa a partir de la tercera semana de agosto se está cayendo a pedazos, y muestra indicios claros de agotamiento. La brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo llegó a superar el 130% en la jornada del miércoles, el Banco Central debió intervenir con la venta de US$ 80 millones, y la paridad del Contado con Liquidación superó los $900 en tiempo récord.
Estos parámetros son insostenibles con un tipo de cambio fijo en el segmento oficial. Las instituciones bancarias agrupadas en el Instituto de Finanzas Internacionales alertaron por la precaria situación argentina, y aseguran que la devaluación es inevitable y podría llegar antes de lo previsto por Massa.
Las razones son sencillas. El efecto real que tuvo la devaluación de agosto ya fue completamente consumido por la inflación, las remarcaciones de precios se aceleraron brutalmente en agosto y el tipo de cambio fijado en $350 para el oficial mayorista y $366,5 para el minorista rápidamente se vio atrasado otra vez. En consecuencia, todos los desequilibrios de balance pagos reaparecieron.
La devaluación no sirvió para nada, porque fue adoptada en un contexto de nula confianza y sin un plan económico consistente detrás. El ministro Massa trató de “compensar” la devaluación con medidas fiscales estrafalarias, pero lo único que consiguió fue anular todos sus efectos reales y volver al mismo punto de partida que antes.
Los bancos internacionales le sugieren al ministro Massa que devalúe antes del próximo 22 de octubre y que lo haga en un contexto de medidas creíbles de corrección fiscal, de manera ordenada y premeditada. De esta manera, el impacto inflacionario podría ser aminorado en la medida de lo posible, aunque el estallido de los precios por la liberación de inflación reprimida tampoco se puede evitar.
Aún así, todo indica que el ministro Massa apostará de lleno por la represión financiera y por el despilfarro para favorecer la campaña, desatendiendo cualquier tipo de recomendación sensata en torno a modificar el esquema cambiario que rige desde agosto.
El ministro de Economía está tratando de reemplazar la devaluación general del tipo de cambio oficial por una serie de “devaluaciones administradas” y asignadas discrecionalmente a cada sector puntual.
En este sentido, el Gobierno prorrogó la vigencia del dólar soja hasta finales de este mes, anunció un tope de 25% para que las empresas de energía en Vaca Muerta puedan exportar a través del Contado con Liquidación, y generalizó este sistema para las pequeñas y medianas empresas pyme. No se descartan nuevas medidas para alcanzar a cada vez más sectores focalizados.
Con estos parches se pretende retener la suficiente cantidad de divisas como para sostener la intervención de los dólares financieros, en particular del dólar MEP. El BCRA ya lleva vendidos hasta US$ 332 millones desde la última semana de septiembre y seguirá perdiendo reservas.