Las acciones de la empresa petrolera YPF se dispararon más de un 42% en la plaza bursátil de Wall Street, la suba diaria más importante de toda su historia. La reacción de los mercados se produjo después de que el Presidente electo Javier Milei confirmara la privatización inminente del 51% del paquete accionario que actualmente se encuentra retenido en manos del Estado.
YPF fue la empresa que más favorablemente reaccionó al triunfo de Milei en las elecciones, y posteriormente a sus declaraciones favorables a la privatización. La suba fue tan drástica, que en un solo día la empresa logró revalorizarse y compensar todo lo que había perdido desde el mes de julio, un resultado histórico y sin precedentes desde la década de 1990.
Muy a diferencia de lo que ocurría en el año 1989, los balances de YPF se encuentran mucho más saneados que en aquel entonces, pese a la mala performance del tercer trimestre del año en el que se registraron pérdidas operativas. Esto implica que el proceso de reestructuración previo a una eventual privatización sería mucho más sencillo.
Bajo una administración privada, los mercados descuentan un valor mucho más alto para los papeles que emite la empresa a partir de un mayor flujo de ingresos futuros. Entre otras razones, una administración privada podría sincerar precios en línea con los internacionales y desarrollar inversiones sin limitaciones de carácter político.
La privatización y la desregulación de las tarifas de YPF potenciaría increíblemente el potencial exportador de la empresa, especialmente a partir del desarrollo de Vaca Muerta. Con precios internacionales, Argentina podría aprovechar mejor su potencial energético para volver a generar un superávit en la balanza comercial de esta partida. En particular, sustituyendo las importaciones provenientes de Bolivia.
Desde el punto de vista del Estado, la operación de privatización podría generar acreencias verdaderamente significativas. La venta de YPF en el año 1999 durante el Gobierno de Carlos Menem, en la cual el Estado autorizó la tenencia del 99% de las acciones en manos del sector privado, generó un ingreso equivalente al 1,9% del PBI para las arcas fiscales.
Al día de hoy, el Estado podría recibir una fuerte suma en divisas para robustecer las reservas del Banco Central, cancelar obligaciones, o para su empleo en diversos propósitos (por ejemplo hacer frente a las contingencias generadas por el juicio por expropiación).
La privatización de YPF se limita a ser un eslabón más dentro de la revolución energética que propone Javier Milei a partir del desarrollo de Vaca Muerta. Se prepara un proceso de desregulación orientado a la apertura exportadora.
El diputado Máximo Kirchner había tratado en vano de presentar un proyecto para limitar la eventual privatización de las empresas, pero los diputados de Juntos por el Cambio bloquearon la iniciativa, dando vía libre a Milei para avanzar.