Una vez concluido el balotaje del 19 de noviembre, la Argentina deberá retomar la negociación con el Fondo y avanzar en la última revisión del año, cuyo inicio estaba previsto para principios de noviembre.
De esa auditoría depende el próximo desembolso de US$3.300 millones previsto para antes de fin de año.
Tras devaluar para destrabar un desembolso de US$7.500 millones, el Gobierno incrementó el gasto, redujo impuestos y congeló el tipo de cambio oficial, así como las tarifas.
Esto implicó un mayor desvío de las metas (déficit fiscal, reservas y emisión monetaria) y llevó al FMI a reclamar medidas más «restrictivas».
El cronograma hasta enero incluye pagos de deuda por un total de US$6.000 millones (US$3.700 millones al FMI, US$800 millones a organismos y US$1.600 millones a bonistas), según la consultora Equilibra.
La idea en Economía es sostener el dólar oficial a $350 hasta el 15 de noviembre, y luego comenzar a aplicar microdevaluaciones diarias, conocidas en la jerga cambiaria como «crawling peg», con el fin de evitar que la cotización de la divisa norteamericana se retrase respecto de la inflación.