Paula Abal Medina cuenta que no tenía ninguna intención de ser candidata, le cuenta a Letra P. “Tampoco Juan (Grabois); él siempre decía que era su propio plan B”. La noche en que cayó la candidatura Wado de Pedro y fue anunciada la fórmula de unidad de Sergio Massa y Agustín Rossi, la llamó para pedirle que la acompañara.
Siempre prefirió el camino académico y la militancia de bajo perfil pero entendió la candidatura como colectiva: “Este es un punto de partida. La fuerza que logremos el 13 de agosto servirá para instalar consignas y acuerdos programáticos concretos que amarren a Massa al campo popular. Y se inicia una reconfiguración de un peronismo de pueblo. En un momento muy difícil del país y del mundo, con derechas que convocan a imaginarios autoritarios, el mejor antídoto es reconstruir una gran mayoría social”.
Paula dice que vivió con euforia la asunción de Alberto Fernández, pero al día siguiente notó que había, entre quienes iban a ocupar los cargos más importantes, una idea de que no se podía hacer nada.
Para ella no hay nada más inspirador que pensar en Juan Domingo Perón y las transformaciones sociales que cambiaron el mundo del trabajo.
“Hay algo de ese peronismo dormido que hay que despertar. Cuando se impone la candidatura de Massa, que es un nuevo giro conservador, se vuelve necesaria una apuesta en otro sentido y hacia un proyecto que quiera cambiar las condiciones de injusticia actuales”, dice. Algo así como un nuevo 17 de octubre.
En 2001 también estuvo en la calle. Sentía que era un cierre político y que, a pesar de la violencia del Estado, había una sensación de nacimiento de algo nuevo. Durante el gobierno de Néstor Kirchner se emocionó al escucharlo. “Pasaban los discursos y se me caían las lágrimas. Pensaba que nunca iba a ver a un presidente defender los derechos humanos”, recuerda.